¿ME EXPLICO?

     El frío pegaba duro en sus caras, la velocidad del tren hacía que lo sintieran como agujas en el rostro. Estaban envueltos en abrigos viejos, sucios, pardos, con gorros invernales más sucios que los abrigos, siempre con una botella de licor en la mano. Nadie los había visto subirse al vagón, esta vez habían subido a una plataforma, ya sabían dónde hacerlo, es fácil burlar la seguridad, sobretodo cuando ya tienes años haciéndolo; tiene su dificultad subir a un vagón de tren en movimiento, pero nada es imposible, todo está en las ganas que se tengan de irse. 

    -Y en verdad es un ojo gigante, inmenso, si uno se para en medio de la carretera estatal y ve un auto a cien metros de distancia, el ojo es tres veces más grande que los cerros del fondo; ahora, hay que decir que algunas veces es realmente intimidante, pero otras es una inmensa tranquilidad saber que ahí está; también te puedo decir que siempre es una incertidumbre si uno actúa bien o no, si uno hace las cosas correctamente entonces uno recibe una mirada tan tierna, tan afectuosa, pero otras ocasiones es demasiado fría y esto no es proporcional a cuando es cálida, es totalmente desproporcionado y te lo hace sentir, se asegura que así sea e incluso te exige que, aún con esa frialdad de por medio, sonrías y estés agradecido, ¿me explico? Es algo que he experimentado por mucho tiempo y que me mantiene en una inseguridad tan profunda, tan intensa, pero también muy desgastante, porque no sé si hago bien o mal, no sé si me va mal por lo que hice o mal porque en ese momento no vió que sí le estaba echando ganas o mal porque ni siquiera le importo... ¿Me explico?, ¿cómo me entero?, no hay modo, nunca lo sé porque nunca le atino, porque siempre me va mal aunque no quiera y porque no dejo de ser un simple hombrecito caguengue, ¡claro!

-¿Sabes lo que les hacía T'ie mou jen a sus enemigos?, los desollaba vivos, sufrían en vida. Él siempre entendió que la disciplina era lo único que le permitiría conquistar el mundo que conocía, no había otra opción porque a su cargo tenía un ejército de diez mil asesinos a sueldo, que habían recibido la promesa de riquezas y honores; fue tan buen líder, que esos asesinos a sueldo se convirtieron en una hermandad donde se cuidaban unos a otros, claro que sanguinaria, pero hermandad al fin, ¿cierto? Al menos tenían la seguridad de que contaban con el de a lado para sobrevivir y para defenderse mutuamente, por un fin común, por la grandeza de su reino y, sobre todo, por la gloria de su líder, sin importar lo que sucediese en el camino. Nadie les pedía que dejaran a sus mujeres, ni que ofrendaran a sus hijos, ni que se inmolaran por el puro gusto del líder; ellos, después de haber convivido con T'ie mou jen, se entregaban por voluntad propia y juraban lealtad eterna. ¿Te suena?

-No exageres, no hay punto de comparación.

-¿No lo crees así? Dicen que la noche antes de un ataque al enemigo, cuando todo mundo dormía, se paseaba sobre su caballo, muy despacio entre las tiendas, sin que nadie lo escuchara y dispersaba su propio espíritu sobre su ejército, el mismo espíritu que los rehenes capturados veían segundos antes de ser degollados, solo que sobre los suyos derramaba poder e impiedad, así los preparaba, por ello eran invencibles, por ello conquistaron todo lo que se propusieron, por ello el mundo fue suyo.

-Si, pero finalmente murió y sus restos fueron enterrados, hoy no vive, ni mucho menos.

-¿Según quién? Cuando un guerrero así de grande, el más grande, muere, su espíritu no deja éste mundo ni tolera la muerte eterna, por ello continúa ejerciendo su poder sobre los que él considera suyos y no es que ahora solo se le entreguen voluntariamente, como antes, ahora solo toma a los que le pertenecen y listo, hacen su voluntad. Ahora su poder tiene otro alcance.

-Pues, tengo mis dudas, no digo que no exista, porque en ese caso me podrías decir lo mismo a mí, pero sí digo que hablamos de naturalezas distintas, tú hablas de un hombre que conquistó medio mundo conocido y yo te hablo de…

-¿Dios?, ¿lo conoces como para decirle Dios?, ¿en qué te basas para decirme que es tu dios?, ¿no crees que todo lo que te ha sucedido está preparado? Solo que no te das cuenta porque estás muy confundido y no sabes del poder que te llama para que te entregues por decisión propia. Lo que me pláticas es que ves a un ojo inmenso que a su vez te observa a ti, en todo momento, que logra mantenerte en incertidumbre y tú ni te mueves. Lo que yo te digo es que existe un guerrero que te busca y te invita a que te unas a su ejército, porque el tiempo apremia, porque ya es el tiempo y tú serás parte de su ejército, quieras o no. Jamás te ha preguntado, solo te ha invitado, pero al no darte cuenta, pues tu tiempo de ejercer tu voluntad, se acaba. Finalmente te unirás a nosotros, cabalgarás por una causa palpable y serás parte de los Señores de este mundo.

-Sigo teniendo mis dudas, se me hace muy fantasioso lo que me dices, no hay ni prueba ni coherencia, solo leyendas y que no todos hemos oído; tú eres el primero al que escucho que habla así de alguien que no tiene ni pies ni cabeza, incluso, tiene cientos de años que murió. No lo sé.

-¿Qué necesitas para creer?


Atravesar el país en estos tiempos es de valientes o de imbéciles, el invierno en enero es cruel, muy difícil y más en el norte, a veces no se sabe si es estrictamente necesario emprender el viaje al oeste, pero en automático los pasos se dirigen a la estación de trenes, es como la migración de las aves, el instinto las empuja, no son conscientes de tener que realizar el viaje, solo lo hacen. Ellos iban envueltos en sus ropas, con las puntas de los dedos de ambas manos congelados, era difícil sostener la botella de cuarto de litro, pero es más difícil quedarse quieto en un solo lugar.


-Ves todo este vasto paisaje, obsérvalo, admira los colores y sus tonos, que entren a ti los rojos y los naranjas, los verdes apagados, los amarillos intensos, el azul del fondo, ¿los percibes? Éste es el imperio que nos espera, éste es del que vamos a tomar posesión y no termina aquí, cuando digo "éste es", me refiero al Mundo, incluyendo el que aún no conoces. Solo es que te entregues voluntariamente a T'ie mou jen y se te otorgará poder y posesión que jamás imaginaste; comprende tu lugar en la historia, visualiza lo que viene, toma lo que por derecho nos pertenece. Hazlo.

-Agradezco tu interés y tu oferta, de corazón lo digo; lo que traes a mí es lo que cualquier persona anhela, incluso busca toda su vida, lo que traes a mí es invaluable, sería un loco si lo rechazo; disculparás mi grosería, pero soy un loco que busca que su dios lo recompense conforme a lo establecido desde el principio de los tiempos, no sólo de lo que vemos y conocemos como Mundo, sino desde que ésto era la nada concebida para alojarnos en vida; yo espero eso de mi dios y no hay poder en el Mundo que me haga dudar de mi convicción, ¿me explico?


Fue sutil, el corte en el cuello fue limpio, con pericia, fue lo único que no le permitió continuar exponiendo su creencia, el corte fue impecable; el chorro de sangre comenzó a hacer charco debajo de la cabeza, ni siquiera lo levantó, ahí la habilidad, lo degolló estando acostado de lado y ni lo movió. Ahora aparecía una minúscula sonrisa en su rostro, aunque no pudiese verse porque la bufanda la cubría; ya no tenía aquella mirada de convencimiento y transmisión de conocimiento; ahora solo era esperar.


-Te dije que tu tiempo de hacerlo voluntariamente se estaba terminando, no puedes negarme esa afirmación; ahora solo es esperar a que lleguemos y T'ie mou jen te inunde de vida, de nueva vida, de inmortalidad, como a mí, claro. Así que relajémonos y disfrutemos del viaje, del paisaje, de nuestro imperio.


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