CÓMO NEGARSE LO DIVINO

 1

El cinturón era una pieza de cuero de medio centímetro de espesor, entintada en negro y algo desgastada a un lado de la hebilla, en ese lugar la hebilla se encajaba y por el movimiento había quitado el tinte, dejando el cuero natural al descubierto. En alguna película escuché que los hombres cuando son delgados, se dice que son vaqueros, de otra manera podrían ser tenderos y hasta políticos, esos son más gordos. El cinturón iba muy bien con los jeans y la camiseta, negros también, la hebilla era lo que llamaba la atención, cromada y con un naranja intenso en algunas partes; delgado como era él, sí tenía pinta de vaquero.

No sé con exactitud la condena hacia los gays, supongo que es por romper el plan original y, estrictamente, desobedecer la voluntad; supongo. Veo amor honesto en algunas parejas, como en cualquier otra preferencia, amor del bueno; pero supongo que hay un desacuerdo en la manera de entregar y vivir ese amor. Mi visión es mucho más sencilla y yo sólo veo amor, no veo leyes o desobediencias, creo que los demás también ven esto.

Subí la mirada de la hebilla a los lentes oscuros y cuando se los quitó sentí que me faltaba seguridad, lo veía tan varonil, tan hermoso, una verdadera creación divina, pero que jamás voltearía a verme, normalmente se fijan en otros igual de bellos, no en un bien-vestidito de colores combinados y un logo de perrito en el suéter; pero sólo verlo ahí frente a mí con eso bastaba… Naa! no bastaba, jamás había bastado, siempre había querido más y siempre me había quedado insatisfecho, corto, sí había tenido mis pasiones y muy guapos, pero le tiraba a algo más arriba, algo que me saturara, que me volteara los ojos en blanco y me dejara com-ple-ta-men-te satisfecho. Y ahí estaba él, todo de negro, desmontado de una motocicleta que me parecía un verdadero caballo de acero y con ese aire de rebelde necesario para mi vida.


Track

I touch my self. Divinyls.

1990. Virgin Records.


2

Se sabía hermoso, sabía lo que él traía entre sí, lo presumía y me encantaba esa presunción, esa seguridad de estar bien plantado y tener el control de tu alrededor, dónde te pares. Cruzó aquella calle ancha con pies de plomo, dándose su tiempo al caminar, entró a Iron Horse, una cafetería con aire de California y motocicletas estacionadas afuera. Yo bajé de mi Beetle azul cielo, me acomodé los lentes oscuros, esos de armazón blanco y un logo de cocodrilito, crucé la calle y empujé la puerta; había un olor delicioso a café, sentía que era adolescente, que estaba persiguiendo al rockstar y quería un autógrafo, estaba nervioso, muy ansioso, él era muy bello, tenía que sacarlo de ahí, llevármelo, poder observar esos ojos que adivinaba color miel, igual de hermosos que él.

Soy creyente, no me ando con religiosidades ni santitos, entiendo que hay un ser supremo, Dios si así lo quiero llamar, con el que platico constantemente y que ha creado todo, porque el universo no es casualidad cósmica, esas son mamadas; esto es causalidad divina y hay que respetarla, estar consciente que así es. También quiero creer que todo este odio y rechazo se da por dos motivos: Empatía secreta y Fanatismo ciego; el primero se desboca al no poder actuar como yo, libre, público, cómo debe de ser; el segundo se da por desconocimiento del tema y vil borregada. No les guardo rencor a ninguno de los dos.

Me senté en la barra, pedí un mocaccino y giré en el banco a revisar el local, para saber dónde estaba él, alcancé a ver unas espaldas envueltas en una camiseta negra, no eran las de un toro recién desembarcado de un navío de la armada, sino que eran del tamaño perfecto bajadas de una motocicleta; caminó por los pocos anaqueles de ropa tratando de escoger una camiseta, una chamarra, pero llegó hasta la barra pidiendo café americano. Todavía no había podido ver sus ojos, pero sus brazos, ahhh que brazos, imaginé la firmeza al saludar, imaginé el duro apretón que podría recibir si me abrazaba; tenía una loción fuerte, maderas, deliciosa y la quería para mí.

Creo que no ofendemos a nadie, creo que los bugas hacen igual o peor, creo que al final se trata de compasión y no de méritos; yo podré creer muchas cosas, pero también entiendo que debo alinearme al orden divino, superior, obedecer al mismísimo Creador y así poder llevar la fiesta en paz, aún cuando esto implique negarme cosas, gustos y hasta mi propia naturaleza.

Me quité los lentes, toqué su brazo con mis nudillos y volteó, sin lentes, volteó y me vió con esos ojos negros profundos, penetrantes, seguros, me vió y supe que hoy mismo quedaría to-tal-men-te satisfecho.


Track

Ready to go. Republica.

1996. RCA.

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